sábado, 15 de octubre de 2011

Hakuna Matata, sea un niño por un día

Parece que en esta era moderna, tener 23 años y no haber visto "El Rey León" es un sacrilegio. Un pecado abominable. Un insulto a la infancia. Casi un crimen.

Cansada de que mi novio, mis amigos, hasta individuos desconocidos (kiosqueros, camareras, etc.) me odien y no entendiera que recién ahora Disney me atrae; decidí verla aprovechando que la proyectan en 3D.

Como si fuera un estreno, tuve que reservar la entrada casi con una semana de antelación. Toda una novedad. El cine para mí es algo espontáneo, nada de premeditación. Pero según decían todos, valía la pena.

Ya en el cine, me dediqué a observar las personas que formaban la fila para la sala 10. Ninguno superaba los 15 años. Ninguno. Tampoco ninguno superaba las 30. Parejitas de adolescentes, grupitos de amigos, hasta algún que otro valiente solo. Todos enfilados, esperando, volver a ser chicos otra vez.

Admito que no soy muy adepta a las películas 3D. Me cansan los ojos, y siempre salgo con dolor de cabeza. Pero ya estaba ahí. Con los anteojos (perfectamente esterilizados según la empresa) entré a la sala y me ubiqué en mi lugar estratégicamente seleccionado.

Bastaron con 10 minutos de película, para que se comenzaran a escuchar los sollozos. Y la emoción no distiguía géneros. El pequeño Simba perdía a su padre y la sala se hundía en un silencio sepulcral. Más tarde, vinieron las risas de la mano de los cómicos Timón y Pumba y su "Hakuna Matata". Y, afortunadamente, como toda película para niños, debe haber un final feliz.

En el caso de que usted sea unos de esos freaks (como quien es les escribe) y no haya visto la película, no es mi intención arruinarle el final. Pero sepa que no está yendo a ver una obra maestra del cine. Estará yendo a un viaje que durará una hora y media. Un viaje a la infancia.


1 comentario:

  1. Correcciones:
    No estamos en la crónica, aunque tampoco estamos lejos. El texto, para ser una crónica, debería ser mucho más extenso. Es el género más largo.
    Hay muchas referencias a vos, y no está mal que así sea, pero no debería restar espacio para los demás. Hay poco detalle y poca descripción, ahí está la clave del género. Lo mismo que los testimonios, todo tiene que llevar a recrear el clima que viviste. El lector tiene que revivirlo.
    En general falta desarrollo.

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