Para conquistarme a la hora de ver una película, reconozco que me dejo llevar por los nombres que la componen. Si me dicen: George Lucas, Francis Ford Coppola y Robert Duvall, no dudo. No lo dudo ni un segundo. Pongan play ya mismo. Eso fue lo que me pasó con THX 1138.
Reconozco que es dificil vender una película que tiene nombre de patente de auto, pero no se dejen guiar por los jeroglíficos de su nombre y adéntrense en el mundo distópico de esta película. THX 1138 se basa en las vivencia de un hombre (Robert Duvall), llamado THX, que es parte de una sociedad que vive en un mundo subterráneo. En esta sociedad, los individuos son obligados a trabajar muchas horas al día y son sedados constantemente para inhibir los pensamientos y hasta las emociones. El Estado se proclama a sí mismo como una religión y su palabra es palabra santa. En la película se usan unas pantallas con la imagen de Jesus a modo de confesionario. Todo los sentimientos son considerados una aberración, querer o pensar distinto es estar en falta. THX intentará, con la ayuda de la bella LUH, escapar de esa prisión.
¿No les suena parecido a algo? ¿No tiene nada en común la trama con otras historia? CLARO! Con 1984! Las imposibilidad de amar, de pensar por sí mismo, controlar el cerebro con trabajo arduo y fármacos. (Tele)Pantallas en las que el Estado escucha lo que piensan los individuos. Un hombre que quiere huir de esa realidad. THX 1138 tiene mucho en común con 1984. Su director, George Lucas, declaró que la obra de George Orwell fue una clara inspiración a la hora de rodar su propia película.
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